Inversión, creatividad e innovación. Una fórmula para el desarrollo económico.

Mucho se habla de la importancia de generar las condiciones mínimas para que los potenciales emprendedores se animen a incorporarse con un producto o un servicio al mercado de trabajo y a la economía. También es cierto que en muchas ocasiones hay apenas unos cuantos programas gubernamentales y de la iniciativa privada, que no tienen un impacto suficiente en su entorno más inmediato. Es claro que debe haber un programa de inversión muy claro y bien orientado.

En todo esto, muy poco se habla del rol que juegan las preparatorias y universidades para integrar en sus programas de estudio algunos esquemas como cursos y talleres que fomenten en los estudiantes el ánimo de emprender. Es decir, la formación en educación media superior y superior no debe apostar solo a una educación disciplinar sino también -de manera integral- formar agentes del desarrollo económico, quienes lo mismo pueden incorporarse a una plaza de trabajo o iniciar por su propia cuenta un emprendimiento que le permita generar riqueza y hacer una contribución a su sociedad.

Ya hay algunos avances al respecto en algunas universidades, aunque falta ampliar este trabajo a los bachilleratos, con la intención de que los estudiantes cuenten con conocimientos y herramientas que les permitan reconocer su capacidad emprendedora y creativa.

Es claro que aún falta mucho por hacer en nuestra región en este tema y aunque suene a cliché o verdad obvia, la ubicación fronteriza nos exige actuar de manera más competitiva y, sobre todo, coordinados tanto el gobierno, la iniciativa privada, la sociedad y las instituciones educativas.